
Llega un momento en que una estresante ausencia de perspectiva hacia la prosperidad que los regímenes opresivos infringen en la población, simplemente los hastía y enardece. No es la panacea, pero las libertades individuales que ofrecen los sistemas políticos de occidente, como tales, bastan para inspirar una viabilidad no hallada de mayores opciones de desarrollo individual que por si sola devuelva ese mínimo de esperanza al parecer perdida en los pueblos declarados en rebeldía en el norte de África.
Solo imaginemos a nuestras imperfectas democracias siendo amenazadas por las ambiciones de algún déspota que con artimañas pretenda prolongar su mandato perennemente, el pueblo, así estuviera cegado por algún tiempo con algún tipo de prebenda manipuladora, simplemente comenzaría a darle verdadero valor a su libertad y tarde o temprano haría tragarse el polvo de su propia retirada al insensato. Ahora imaginemos a un gobernante ya casi perpetuado en el poder cercano al medio siglo y sin visos en la población, de alcanzar, en algún futuro aunque sea lejano, alguna posibilidad de democratización de su país, pues, en un arranque de desquiciamiento ideológico el "lider" revolucionario que un día les hiciera creer luchaba por la libertad de los oprimidos, decidió -muy al estilo monárquico de cuyo sistema él supuestamente libró al país-, que solo los especímenes de su propia progenie estaban destinados a gobernar su país habiendo para ello y sin ningún pudor designado ya a su primogénito (Sayf al-Islam al-Gaddafi en Libia), para la sucesión del magno cargo. Que decir ante tamaña desfachatez, y por quien sentir aflicción. ¿Por un pueblo al que se le restringe su derecho a la mas fundamental de las libertades y se le reprime salvajemente, o por un hombrecillo que no es capaz de gobernar sus propios actos avasallados por sus personales apetitos de poder?
¿Será por eso que los, todavía regímenes de corte dictocrático de esta parte del continente comienzan a sentirse nerviosos? Cuando hablo del pueblo, hablo de las mayorías no merecedoras de los favores que algún o algunos grupos privilegiados que en casos como estos en los que la subordinación está supeditada a la fuerza opresiva, suelen ser una opción compartida muy lucrativa de soporte a tipos absolutistas de gobierno.
Aquellos que pretenden defender a Muammar Gaddafi, atribuyendo a terceros una soterrada intencionalidad de apoderarse de sus recursos energéticos (petroleo), y sin poco importarles los cientos de asesinados (a estas alturas habrían superado el millar), mediante el uso ilegal de un poderío militar que parece reducida a la mínima expresión de guardaespalda personal del tirano, en estos tiempos de cerrada fiscalización internacional luego de lo ocurrido en Iraq, simplemente dice suficiente de su precaria condición dirigente y de lo que las masas verdaderamente representan para los intereses de este tipo de "líderes" de corte mesiánico, en tanto la posibilidad de exterminio parece una probabilidad dentro de la agenda que debe ser muy tenida en cuenta por sus incondicionales. Un gobernante, o es capaz y se deja querer por su pueblo pidiéndole la renovación de su respaldo en elecciones libres, o simplemente se va y deja que otro más capaz les brinde aquello que creen es tiempo ya merecer.
Si no conociéramos las historias de prepotencia de más de un miembro de la familia Gadafi, capaces de argüir cualquier historia con tal de justificar sus atrocidades, podríamos darle algún nivel de credibilidad a la historia esgrimida recientemente de Al Qaeda como los probables incitadores de la violencia en Libia, a estas alturas de la crisis, más parece un acto de desesperación de un temeroso hombre que balbucea al ver muy próxima la inminente caída de su régimen.
Parece olvidar el señor Gaddafi que ese pueblo al que mata sin piedad, es dueño de buscar su propio destino en su propia tierra, y que tanto aviones como bombas con las que hoy se les masacra sin piedad, así como las sedas que a él lo visten o el dinero con el que su hija se educa en un país imperialista, son también propiedad de ese pueblo que sus tributos sostienen, y que un país no es feudo familiar de nadie sobre el cual decidir que antojo implantar como sistema de gobierno. Que diga a todo el mundo, en que lugar sagrado está grabada la consigna divina que lo hace, junto con su familia, predestinados de gobernar Libia de por vida. Y si muy seguro está de las prerrogativas y permisibilidades de algún dios transigente, que no olvide que hay en el mundo exterior una justicia internacional muy especialmente dedicada a los delitos de lesa humanidad ante la cual tarde o temprano habrá de rendir cuentas.
En los siguientes enlaces, Ud. podrá apreciar los vídeos de la desproporcionada carnicería desatada por Gaddafi en contra de su propia gente -si así se puede denominar todavía a una relación verdugo/víctima tan dispar, en medio de cuya arbitrariedad se está asesinando tanto a civiles como a militares en rebeldía en Libia, todo lo contrario a lo ocurrido en Egipto adonde el ejército de forma integral se negó a atacar a los manifestantes alzados pacíficamente contra un régimen ¿dinástico?. Más aun, en ciertos casos hasta fueron defendidos de los matones a sueldo que pretendían encender la chispa de la violencia en una manifestación pacífica. Insisto en el poco olfato político de estos "gobernantes" en tiempos en los que los padres o los padrastros ya no son más requisitos suficientes para decidir los destinos de un pueblo.
No olvide, este enlace lo conduce al blog de Al Jazeera que viene haciendo un seguimiento on line muy cercano en la crisis de Libia.